miércoles, 23 de octubre de 2013

Después que Xangó derroto a Ogún, el volvió a su vida despreocupada de mujeres y fiestas. Ogún fue de nuevo a su fragua y a su trabajo. Los dos se evitaron encontrar siempre que fue posible, pero cuando se veían se oía un trueno en el cielo y relámpagos. Después de oír hablar de la pelea entre los dos hermanos, Obatalá convocó a Xangó.
dijo Obatalá a Xangó, "tu pelea con tu hermano me trae mucha tristeza. Tú debes aprender a controlar tu temperamento."
"Es su culpa," dijo Xangó, "el ha ofendido no solamente a mi madre, pero fue detrás de Oyá y intento interponerse entre Oxum y yo."
"Mi hijo, el nunca debió ofender a tu madre," dijo Obatalá, "pero él no es solo el culpable. Oyá era su esposa y Oxum le tentó. Por ofender a su madre se ha condenando a trabajar duro por el resto de su vida. Eso es un castigo grave. Tu no eres totalmente inocente; tu tomaste su esposa y a su amante.
"El mato a mi perro. Ahora él puede decir que los perros son de él," Xangó le dijo a Obatalá.
"Entiendo tu resentimiento," dijo Obatalá, "pero entiende que la energía incontrolada puede ser muy destructiva. Tu energía es grande, pero tú necesitas la dirección. Por eso te estoy dando este regalo."
Obatalá sacó el collar de las cuentas blancas que el uso siempre y quito uno de las cuentas y se la dio a Xangó.
"Usa esta cuenta blanca, como un símbolo de la paz y la sabiduría, con las cuentas rojas de tu collar. Te doy a ti el poder de controlar tu energía sabiamente. Tu puntería será justicia y no venganza. Nadie ni nada te superara nunca."
A partir de ese momento Xangó usó su collar de cuentas blancas y rojas .

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