domingo, 9 de octubre de 2011

ILE YEMONSHANLA

PATAKY DE YEMANJA

Se casa por primera vez con Orunmilá, dios de la adivinación, posteriormente se casa con el rey de Ifé, Olofin-Odudua, del cual tuvo diez hijos, los cuales recibieron nombres simbólicos y se convirtieron en orixás. Tanto amamantó a sus hijos que sus senos se volvieron inmensos. Cansada de estar en Ifé, huyó en dirección al atardecer de la tierra, tal como los yorubas designaban el Oeste, y llegó a Abeokuta. Al norte de Abeokuta, vivía Okerê, rey de Xaki. Al ver a Yemanja, Okerê se enamoró y le propuso matrimonio, tal propuesta fue aceptada por Yemanja, a condición de que nunca hiciera ningún comentario sobre sus inmensos senos. Pero un día en que había bebido en exceso, sin saber que hacía ni que decía, se tropezó con Iemanja, ella al verle en tal estado le llamó borracho, Okerè, enfadado le gritó: tú con esos pechos inmensos y caídos, al oír el desafortunado comentario Yemanja, huyó despavorida de su lado. Antes de su primer matrimonio, Yemanja, había recibido de su madre, Olokum, una botella que contenía una poción mágica. Su madre le dijo que nunca se sabe lo que puede ocurrir mañana y, que en caso de necesidad, rompiera la botella tirándola al suelo. Al huir de Okerê, Yemanja siguiendo las instrucciones de su madre, rompió la botella y de ella nació un río. Las aguas tumultuosas de este río trasladaron a Yemanja en dirección al océano donde residía su madre Olokum. Según otra versión, Okerê, enfadado, quiso impedir la huída de su mujer convirtiéndose en una colina, llamada Okerê (aún llamada así en nuestros días), se colocó justo en el camino que tomaba su mujer, pero ella al verlo tomó el camino de la derecha, él inmediatamente se colocó en el camino de la derecha, si lo hacía por el camino de la izquierda, él se colocaba por la izquierda. Viendo que era imposible pasar hacia el camino de la casa de su madre, llamó a Xango, el más poderoso de sus hijos. Llegó Xango, y seguro de su poder, le pidió a su madre como ofrenda un carnero, cuatro gallos, un plato de amalá (preparado con harina de inhame) y un plato de gbeguiri (preparado con alubias y cebolla) y le dijo que al día siguiente ella encontraría por donde pasar. Xangó, deshizo todos los nudos que sujetaban las cuerdas de la lluvia y empezaron a aparecer nubes de la mañana y de la tarde, apareciendo por la derecha y por la izquierda y, cuando todas estaban reunidas, Xangó lanzó su rayo sobre la colina Okerê, abriéndose en dos. Así pudo pasar Yemanja hacia el océano de su madre, y vivió allí, rehusando desde entonces regresar a tierra.